La digitalización desafía a los adultos mayores y refuerza el rol de los jóvenes

Sociedad

El avance digital en la banca y otros servicios tecnológicos obliga a los adultos mayores a depender del apoyo de hijos y nietos.

Por Iñigo Martínez y Sofía Vega.

En Chile, la creciente digitalización de los servicios financieros ha dejado en evidencia la brecha tecnológica que enfrentan los adultos mayores. La Comisión para el Mercado Financiero (CMF) anunció que las tarjetas de coordenadas dejarán de usarse como método de autenticación bancaria a partir de agosto de 2026.

La medida busca aumentar la seguridad y prevenir fraudes, pero ha generado preocupación entre quienes no están familiarizados con aplicaciones, contraseñas dinámicas o sistemas de autenticación complejos.

La brecha digital no se limita exclusivamente al ámbito bancario. Según un estudio del Observatorio del Envejecimiento UC, aunque el 88% de los hogares con personas mayores tiene acceso a Internet, sólo el 41% lo utiliza efectivamente. El uso disminuye con la edad: mientras el 58% de quienes tienen entre 60 y 69 años se conecta, apenas un 13 % de quienes superan los 80 lo hace.

Isidora Muñoz, de Padre Hurtado, resume su situación con sus abuelos María (70) y Humberto (81): “Es muy engorroso y enredado. Yo administro sus cuentas bancarias y correos, y ahora, con la eliminación de la tarjeta de coordenadas, les va a costar mucho más. Banco Estado es complicado de usar para ellos“.

Por otra parte, Fernanda, cuya abuela Sara tiene 76 años, menciona que “la eliminación de la clave de transferencia puede agilizar los procesos, pero los adultos mayores necesitan ayuda para adaptarse a este mundo digital que cambia tan rápido”.

Más allá de la banca, la brecha digital se refleja en otros ámbitos cotidianos. Muchos adultos mayores necesitan apoyo para pedir horas médicas por Internet, descargar certificados del Registro Civil, usar aplicaciones de transporte público o acceder a su correo electrónico y redes sociales.

Los jóvenes también los ayudan a configurar dispositivos electrónicos, realizar compras en línea, pagar servicios básicos como agua, luz o gas por plataformas digitales, y gestionar citas o trámites con instituciones estatales. En muchos casos, acompañan a los adultos mayores físicamente para completar procesos que antes hacían solos, cómo inscribirse en cursos, enviar documentos oficiales o reservar entradas para actividades culturales, enseñándoles paso a paso a desenvolverse en el mundo digital.

Isidora Rojas, jóven residente de San Joaquín, comenta que su abuela Adriana, de 76 años, que usa un teléfono antiguo, necesitará más ayuda familiar con aplicaciones:

Siempre ha preferido usar la tarjeta de coordenadas. Ahora, además de transferencias, requerirá apoyo para manejar compras y servicios que antes hacía sin problemas” .

La creciente digitalización de servicios esenciales evidencia la brecha tecnológica entre generaciones. Garantizar el acceso y la capacitación digital de los adultos mayores es fundamental para asegurar su inclusión y participación plena en la sociedad, reduciendo la dependencia de familiares en la gestión de trámites y servicios cotidianos.

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